En toda la ciudad A, nadie se atrevía a hablar con Juan, y mucho menos a golpearlo. La reacción de Lorena le parecía a Juan alarmante y desconocida.
Tras el alivio de dolor, Juan se irguió poco a poco, pero su rostro seguía pálido, sus ojos profundos y oscuros, vagamente relevaron las emociones negativas.
La situación era de estancamiento.
Diego se acercó desde no muy lejos, sonrió en voz baja y pellizcó cariñosamente el hombro de Lorena:
—¿Qué estás diciendo?
Lorena levantó las cejas, respondió con la voz indiferente y perezosa:
—Señor López dudaba de mi capacidad de trabajo, le aconsejé que se preocupara menos.
—No seas descortés.
El tono de Lorena era cariñoso, dirigió la palabra a Juan con una mirada significativa:
—Señor López, Lorena es una estudiante graduado en la universidad de la Ivy League, y después de graduarse, trabajó para cierto grupo famoso, su habilidad es sobresaliente, y ella es digna de ser directora de nuestra empresa.
Los dos hombres se miraron por un momento, co