Capítulo 82—Hermanos que se eligen
Narrador
Eran más de las once de la noche, Seth se sentó en el borde del sillón. La penumbra de su oficina no ayudaba a calmar la inquietud que le hervía bajo la piel. Llevaba horas ahí, intentando dormir, fracasando una y otra vez.
El cuero crujía cada vez que cambiaba de posición, como si el mismo sofá se quejara del peso de sus pensamientos. Finalmente, se puso de pie y caminó hacia la puerta. Si no podía dormir, al menos podría tomar un café.
El pasillo estaba silencioso, interrumpido solo por el lejano zumbido de los equipos de refrigeración y el murmullo casi imperceptible del aire acondicionado. Las luces tenues creaban sombras alargadas en las paredes, pero Seth ni se inmutó.
Cuando empujó la puerta del comedor, el sonido leve de la bisagra lo recibió. Pero no fue eso lo que lo detuvo. Fue la figura sentada en una de las mesas, con una taza entre las manos, la mirada perdida y los hombros levemente encorvados por el cansancio.
Seth cruzó el