La luz que se colaba por las cortinas danzarinas a causa de una ráfaga de viento, despertó a Danilo de golpe, haciéndolo sentir malhumorado por lo mal que había dormido y por lo que había acontecido la noche anterior.
Lara se despertó casi al mismo tiempo y siguió a su novio hacia el cuarto de baño, donde compartieron la ducha y allí; tan sedienta de él, terminó con su boca lo que en la madrugada había comenzado, mientras Danilo también le había provocado con sus manos un sonoro orgasmo a su compañera.
Ya debidamente cambiados, ambos bajaron al comedor, donde las miradas de víboras de Jenny y Lourdes los recibieron. Danilo sentía una vibra muy densa, en especial en la morocha que jugaba a las miradas retadoras con Lara.
Aquella guerra silenciosa de miradas fulminantes entre mujeres e indiferencia realmente torturaban a Danilo, mientras Lourdes e Irina servían los platos de comida.
Él intentó ignorar esa situación que ya se había vuelto cotidiana e intentaba comer en paz, pero Lara no