Capítulo 8

En cuanto entro al baño, Emma respira nerviosa y lleva su mano al pecho, su corazón late descontrolado, sus manos tiemblan, al igual que sus piernas, siente que la vista se le nubla, no cree que de su boca hayan salido esas palabras. James en verdad estaba rojo, quizás de ira o de vergüenza, talvez de la importancia de no poder imponer su santa voluntad en ella.

Corre al espejo y se mira unos segundos. Esa mujer no era la misma niña boba que soñaba con encontrar el verdadero amor y casarse de blanco, ahora era la chica mala que empezaba a desquiciar a James Brown y hacerlo perder la cabeza por conseguir acceso a su corazón.

—Haré que supliques tenerme en tu cama, lo juro. Me convertiré en tu obsesión más grande, tu deseo más dulce y prohibido.

Minutos después sale encontrándose con Connor

—Hola preciosa. Vi que tu jefe corrió tras de ti, quería saber si necesitabas ayuda,

—Puedo defenderme sola. Gracias.

—Pocas son las mujeres que tienen carácter como el tuyo.
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