Territorio de la manada Golden Crescent.

Luna Atenea.

—¿Crees que pueda ayudarnos a sumar evidencias? —cuestiona mi hombre por teléfono.

Suspiro, viendo a la distancia otras SUVs en el camino.

—No lo sé, amor… Ya veremos.

—Bueno, te dejo para que sigas recibiendo a tus invitadas.

—Alan —lo llamo antes de colgar—. ¿Seguro estás bien?

—Lo estoy… Aslan aún está inquieto pero, podemos con la decisión que ella tome.

—Lo sé, cariño. Ella es una buena chica, sabrá qué hacer.

La llamada acaba y mi loba sigue sintiéndose insegura con lo que Lavinia nos contó. Alan y yo queremos a Esther como una hija más. Que Oziel pueda herirla nos preocupa, después de todo, su amistad con Calixto no le da una buena imagen. No obstante, Enna y yo nos hemos calmado al saber que Esther es inteligente, que parece frágil, pero hemos descubierto que no lo es, y que, tal vez hace esto para protegernos.

Aunque en el fondo, sé que su vínculo con él debe estar presionándola de formas abrumadoras. No puedo imaginar lo