Bajo el agua fría

La asistente Loren,  acomodó en la habitación todo lo que Mateo había comprado para la chica, pensaba que de cierta manera era triste que la chica no pudiera ver toda esa hermosa ropa.

—Señorita, el señor Licciardi me ha pedido que esté a su disposición, en el buró  encontrará todos los libros que el señor trajo, frente a su cama se encuentra el televisor, se ha instalado un sistema para encenderlo por voz, así podrá poner sus programas o videos favoritos, el señor grabó su número celular en el celular que le ha traído, así podrá llamarlo cuando necesite algo.

— Gracias, podrías ayudarme a elegir un vestido para la cena de favor.

—Con gusto, hay un vestido rojo, es hermoso, me parece ideal para esta noche, no se si es demasiado atrevimiento de mi parte, pero si gusta puedo ayudarla a maquillarse y peinarse para la ocasión.

—Estaría muy bien, mi nana es quien me ayuda a arreglarme para ocasiones especiales, para mi arreglo diario solo necesito me muestre donde está colocada la ropa informal, ahora es un poco difícil porque no conozco el lugar, necesito reconocer dónde se encuentra cada cosa para poderme adaptar.

— Del lado izquierdo del vestidor se colocó la ropa formal, del lado derecho la informal, así como zapatos y accesorios.

—En verdad muchas gracias, me apena llegar a ser una molestia.

—No es molestia, lo hago con gusto. —Loren sonrió, aquella chica le parecía tan indefensa que despertaba ternura.

Ava se dio cuenta de que todos estaban esforzándose por hacerla sentir bien, estaba acostumbrada a valerse por sí misma, el problema que tenía era que no conocía el lugar y eso le dificultaba el poder encontrar las cosas.

Loren la ayudó a arreglarse, le pareció que la chica se veía hermosa con ese vestido, era en color rojo de cuello alto, ajustado hasta la cintura, de cuello alto sin mangas, una falda semicircular llegaba un poco más arriba de las rodillas, tenía un toque elegante, se puso unas zapatillas del mismo color de tacón bajo, era una lástima que no pudiera ver cómo se veía.

Loren la maquilló ligeramente, después la peinó, su largo cabello caía sobre su espalda en suaves ondas, la asistente sonrió con dulzura al verla, le parecía una bella muñeca.

Más tarde bajó al comedor, Loren la guió tomándola por la mano para evitar que fuera a caer por la escalera, Mateo, su abuelo y su madre, ya la esperaban ahí,al verla se asombraron pues se veía muy bella.

Mateo hizo un esfuerzo por ocultar lo que Ava despertaba en él, si su familia lo descubriera, se sentiría muy avergonzado, se acercó enseguida a ella para guiarla hasta donde estaba su familia,  Aurora se acercó para saludarla efusivamente con un abrazó y un beso en la mejilla.

Guido la saludó con caballerosidad, después Mateo la llevó hasta la silla que se encontraba junto a él, Ava se dio cuenta de que estaba nerviosa sin razón, el abuelo y la madre de Mateo eran muy agradables.

Ava por un momento se sintió extraña, aquel era el calor de hogar que tanto necesitaba, las palabras de aquellas personas la hicieron sentirse protegida, aunque en el tono de voz de Guido pudo sentir que algo pasaba.

Guido estuvo tentado durante toda la cena de interrogar a la chica, sentía una gran  curiosidad, al verla, le dio la impresión que era una chica inocente, sin malicia, pero no podía confiarse, se aseguraría que todo aquello no fuera un plan tramado por

Ava, se detuvo al reconocer que no era el momento oportuno, no quería asustarla ni hacerla sentir incómoda, había notado a Mateo diferente, el brillo en sus ojos cuando la veía se notaba claramente, esa muchachita había cambiado algo en él y eso le agradaba.

Aunque Mateo era ya mayor, y podía protegerse por sí mismo,  era su único nieto y sentía la imperiosa necesidad de protegerlo.

Mateo era un hombre que sabía cuidarse las espaldas, en los negocios mostraba un temperamento fuerte e implacable, a donde iba, su presencia se notaba, sus adversarios le temían, sabían perfectamente que era capaz de destruirlos, pues no se tocaba el corazón si alguien intentaba hacerle daño.

Al terminar la cena, Ava se despidió para subir a descansar, a Mateo le hubiera gustado pasar un rato más con ella, pero entendía que quisiera subir, aún eran unos completos extraños para ella, Loren la tomó por el brazo para guiarla hasta su habitación, Ava subió despacio las escaleras para no tropezarse con ellas, pensaba que en unos cuantos días más ya no necesitaría ayuda, pues se estaba adaptando a los espacios de la casa.

Más tarde, al pasar por la habitación de la chica, Mateo escuchó un ruido extraño, llamó a la puerta, al no obtener  respuesta, decidió entrar, la chica dejaba la puerta sin llave, por si Loren necesitaba entrar.

Cuando entró, Mateo se sorprendió enormemente, frente a él se encontraba  la chica, al pasar hacía el baño, Ava había chocado con un mueble, algunos libros cayeron causando un enorme ruido, todo hubiera estado bien, de no ser que se encontraba en ropa interior, desesperada intentaba cubrirse en vano con sus manos.

—Lo siento, no fue mi intención, pasaba por aquí y escuche un fuerte ruido, llamé a la puerta, como no recibí respuesta, decidí entrar, pensé que podrías haberte lastimado. —Dijo mientras con la mirada la recorría de arriba a abajo, hizo un gran esfuerzo por voltear hacia otro lado, pero era imposible, el cuerpo de la chica era como un imán que lo atraía fuertemente.

—Estoy bien, solo tropecé, al hacerlo se cayeron algunos libros. —Dijo con voz tímida mientras sentía que moría de la vergüenza.

Mateo no contestó, salió prácticamente corriendo de la habitación, minutos después se encontraba en el baño bajo el agua fría.

—¡Demonios! es hermosa, tengo que controlarme, esa chica me está desequilibrando enormemente.

Ava se sentía terriblemente avergonzada, y la situación no era para menos, no acostumbraba poner llave a su puerta, sentía que era más fácil así, por si alguien tocaba.

 Los siguientes días, Mateo la esquivó todo el tiempo, se sentía avergonzado, al querer ayudarla la había hecho pasar un mal momento.

El día de la fiesta de inversionistas había llegado, Guido estaba muy molesto, consideraba que su nieto no debía arriesgarse para salvar a la nana de la chica, podrían haber contratado a otras personas que pudieran hacerlo.

Mateo estaba por salir hacía el lugar donde se reuniría con los demás inversores, aunque su abuelo le había hecho saber lo que pensaba, él no hizo caso, sabía muy bien cuidarse las espaldas, ese día se vistió con un traje negro hecho a la medida, decidió subir a despedirse de Ava.

Había evitado verla desde el día que la vio prácticamente desnuda, cuando estuvo frente a su habitación, llamó a la puerta, esta vez lo hizo fuertemente para asegurarse de que lo escuchara, instantes después la chica estaba frente a él, como siempre que la veía, Mateo se atontaba viendo su hermoso rostro.

—Voy de salida hacia la reunión dónde estará tu tío, mi amigo y su esposa están dispuestos a ayudarme a distraerlo mientras yo me dirijo hacía la mansión Miller, afortunadamente queda muy cerca de dónde será el evento, así que caminando llegaré para no mover mi auto, es mejor que no se den cuenta de que saldré de la reunión por un momento, algunos de mis hombres me estarán esperando cerca.

—Estoy muy apenada, desde que llegue solo he causado una molestia tras otra, siento que se ponga en riesgo por ayudarme, señor Licciardi.

—No es molestia, lo hago con gusto, y por favor llámame Mateo, si me dices señor me haces sentir que ya estoy muy viejo. —Ava sonrió ante lo que le decía.

 —Está bien Mateo, gracias por ayudarme, pero no puedo evitar sentirme apenada.

Mateo se acercó a ella. Incapaz de resistirse, tomó suavemente su barbilla y la miró a los ojos. Eran de un hermoso tono de azul marino. En ese momento, sintió algo extraño. ¿Qué le estaba sucediendo con esta chica? Su corazón comenzó a latir más rápido.

 —Escucha con atención, no sé por qué, pero algo dentro de mí quiere ayudarte,  quiero que te sientas segura a mi lado, que no temas, lo que tu tío te ha hecho es simplemente un abuso en todas sus formas, no tiene derecho a forzarte a casarte, y la herencia que tus padres te dejaron solo te pertenece a ti, no permitiré que tenga éxito, espero que tu nana esté a salvo, y la traeré hoy mismo.

Ava se quedó paralizada por su cercanía, nunca había sentido lo que sentía ahora,  hizo un esfuerzo para contestar, pero justo cuando estaba a punto de hablar, Mateo la besó rápidamente en la frente y se dio la vuelta para salir apresuradamente, no quería que Ava se diera cuenta de lo que había despertado en él, tenerla tan cerca le había dejado la respiración agitada.

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