Valeria
Me desperté aturdida y exhalé profundamente, mirando a mi alrededor confundida. A mi lado estaba Alberth, tomando mi mano.
— ¿Estás bien, cariño? —preguntó él.
—Si amor, te vi sumergirte y pensé que podrías morir ya que escuché a tu tía mencionar que no sabes nadar.
— Sí, no sé nadar, pero no podía simplemente verte ahogándote. Al lanzarme para ayudarte, llegué hasta donde pude y te ayude a salir de la profundidad, pero luego quedé inconsciente. Al parecer, los guardias que me acompañaban estaban cerca y me ayudaron a salir. Mi tía te dio primeros auxilios. Lo importante es que estás bien.
— Lamento que hayas hecho eso por mí.
— No digas eso. Sabes, me acordé de Edwards cuando me estaba hundiendo.
— ¿Cómo te acordaste de mi padre?
— Cuando tenía diez años, Edward me salvó de ahogarme en un lago. Edward y mis padres eran conocidos.
— ¿En serio?
— Sí, te conozco desde que eras pequeña, y eras muy llorona.
— No me digas eso. Pero como caíste al lago.—Pregunté curiosa. Mi esposo