CAPÍTULO TREINTA
...Un día después...
Alexander
El cuarto de reposo para los profesores era basto de aire, y aunque las ventanas estuvieran abiertas de este no entraba ni una mosca, el aire de todo el instituto se había estropeado y no lo arreglarían hasta mañana,
Pase mi mano por mi frente sintiendo el sudor despegarse de esta, pero el calor seguía allí y no serbia de mucho que estuviera en un traje.
- ¡Hace mucho calor!
Grita una voz femenina entrando por la puerta, la miro y enseguida se quién es, la profesora con la cual me había chocado mi primer día de clases