Capítulo veintiuno: Qué chica rara

—Ve a dormir, aunque se a de día mañana será algo ajetreado con todo lo que está ocurriendo. Estoy segura de que si duermes en la noche no despertarás al día siguiente.—Aconsejó, viendo la indecisión en los ojos de la peliblanca.

—Bien, pero solo unas horas, después iré a buscar mis cosas y nos iremos…¿Dónde…donde duermo?—Preguntó mirando a la anciana, quien la miraba con burla ante la repentina timidez y vergüenza. La mayor pasa al lado suyo y señala con su dedo que camino que tenía frente a ella, tomándole la muñeca para que ella la siguiera a un pequeño cuarto.

—Es aquí, duerme tranquila…Te aconsejo que ocultes tu olor, puede que el alpha a pesar de todo esté buscándote.—Aquella mención solo hizo que su estomago se revuelva en un mal recuerdo de aquellos dos.

—Bien, gracias y buenas noches.—Se apuró a decir mientras se encaminaba a la cama y se dejaba caer en ella, viendo de reojo como la anciana

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