AUNQUE ME DUELA

Daphne

Llevo menos de medio día escondida en la casa de Noah. Se siente raro estar aquí, a pesar de que Noah ha sido un gran amigo y me ha dado todo su apoyo, este lugar se siente ajeno a mí, me siento como una extraña.

Intenté dormir la noche anterior, pero no logré pegar el ojo en toda la madrugada. Solo cuando entraron los primeros rayos del sol pude conciliar un poco de sueño. Así que ahora tengo las ojeras del tamaño de los cráteres de la luna.

—¿Quieres un café? —pregunta.

—Pero sin cafeína, o le hará daño al bebé —respondo a Noah.

No lo había notado, tal vez porque con mis lentes empañados y mis ojos picosos, no reparé en él anoche. Tiene una herida en el labio y el pómulo ligeramente hinchado.

—Noah, ¿qué te sucedió en el rostro?

—¿Ah? Nada.

—No es cierto, estás herido. ¿Pasó algo ayer cuando fuiste a buscar mis cosas?

Él se queda en silencio y se gira hacia la cocina para poner el agua caliente en la tetera.

—No sucedió nada, fui a buscar tus cosas y volví. ¡Oh! Sí, creo que
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