Epílogo.
Charlie Cassian, once años después.
Últimamente, me había comenzado a sentir raro alrededor de Amelie. El tío Dylan y la Tía Amelia insistían en que después de clases, o después de que nos trajeran a rastras desde el bosque a todo nuestro alegre grupo, comiera en su casa; me parecía extraño porque además de comer, ambos trataban de que Amelie y yo pasáramos tiempo a solas.
No ayudaba a contener mis extrañas emociones y no me gustaba para nada cómo me hacía sentir cada que nuestros ojos se encontraban cuando no había nadie más cerca.
Un día fui con mi madre por consejo y ayuda ya que me daba un poco de vergüenza hablar de estas cosas con mi padre.
-Madre, ¿Tienes un minuto?- Pregunté entrando a su despacho en la Wolf´school.
-Lo tengo.- Dijo cerrando un libro que estaba leyendo y prestándome toda su atención.- ¿Qué sucede, pequeño?
-Yo… me siento inquieto.- Dije quedamente sin saber cómo describirlo.
Mi madre elevó sus cejas y me hizo un gesto para que tomara asiento delante de e