Después de todo, durante los cuatro años que había estado estudiando actuación, Fátima a menudo se unía con su grupo para molestarla. Dado que su personalidad era naturalmente más delicada y dócil, y el deseo de graduarse sin problemas, esto hacía que soportara todo en silencio.
Pero luego, al recordar el insulto de Leonardo hacia Aarón y las malas intenciones de Fátima hacia el hombre que le gustaba, todo su miedo desapareció al instante. En su corazón, solo sentía una rabia la cual estaba a punto de explotar desde lo más profundo de su ser.
Inés frunció el ceño y siguió caminando sin prestarle atención.
—¡Zorra! ¡Puta! ¡Inés, detente de una vez por toda! — Fátima la llamó al ver que seguía caminando sin detenerse.
Inés detuvo sus pasos y se volteó lentamente.
Al ver a Fátima llegar hacia ella con las rodillas inflamadas y ensangrentadas, cojeando, Inés no pudo evitar levantar sus labios con un gesto burlón. Aún encontraba algo de diversión en la situación.
—¿y eso como a quién llamas