—No pasa nada, siempre y cuando no llegues a las cinco, porque si no, tendrás que esperar hasta mañana—dijo Clara con frialdad mientras se dirigía primero hacia la puerta.
Lo dejó a Alejandro ahí, con un dolor en la garganta.
Recordó lo que sucedió tres años atrás, cuando habían acordado obtener el certificado de matrimonio. Sin embargo, debido a una reunión urgente convocada por el responsable del proyecto en Argentina, tuvo que quedarse en la empresa.
Después de la reunión, tuvo una visita importante y, olvidándose completamente de notificarle a Clara sobre el cambio de planes, solo recordó después de todo que ella estaría esperándolo en el Registro Civil.
Los recuerdos se volvieron más claros y despiadados.
Ese día, cuando llegó corriendo al Registro Civil, apenas había gente afuera. Solo Clara estaba allí, con la cabeza baja, una figura frágil y solitaria.
Realmente no había imaginado que ella estaría lo esperando todo el día.
Nunca se había imaginado que habría una chica tan ob