El viento nocturno frío, impregnado de una atmósfera tensa y opresiva, soplaba entre ellos.
Pol experimentó una oleada de alegría al ver a su amada, pero esa alegría se desvaneció por completo al ver a Alejandro, y su rostro se ensombreció al instante.
—Clara, ¡has venido! — La señora García brilló con una mirada cálida y tierna, deseando levantarse de su silla de ruedas para recibirla.
Desde pequeña, Clara siempre había destacado por su apariencia excepcional, dejando una impresión muy profunda. A veces, la señora García ni siquiera reconocía a su propio hijo, pero podía reconocer de inmediato a esta hermosa y talentosa joven.
Realmente le gustaba de todo corazón, no podía ocultarlo.
—Señora García, hola. —Clara habló con suavidad y cortesía mientras se inclinaba ante ella.
Alejandro rodeó con fuerza la cintura de Clara con su brazo, con cejas afiladas y ojos fríos como el hielo, observando atentamente cada movimiento de Pol sin dejar de pestañear.
—Clara, ¿quién es este...? —La señor