Alejandro peinó el exuberante cabello de Clara con sus grandes manos mientras miraba detenidamente la pantalla del teléfono.
—Clara, ¿conoces ese número?
—No lo reconozco.
—¿Entonces por qué contestas? — El hombre frunció ligeramente el ceño.
En realidad, Clara nunca respondía a llamadas de números desconocidos y rara vez recibía llamadas de este tipo de números.
Pero esta vez, su corazón latía incesante como si estuviera lleno de expectativas. Si no respondía a esta llamada, ¿se perdería de algo?
—Hola—respondió Clara con amabilidad.
—Hola.
Al otro lado del teléfono, se escuchó una voz tímida, suave y baja, que a primera vista parecía similar a la de su hermana menor.
Clara y Alejandro intercambiaron miradas. Luego, presionó el altavoz y grabó la llamada de inmediato. —Disculpe, ¿quién habla?
—¿Eres la señorita Clara? — preguntó la chica en voz baja.
—Sí, soy Clara.
—Soy Delfina.
La tensión recorrió todo el cuerpo de la pareja, especialmente Clara, cuyo corazón latía como un tambor, c