El Rolls-Royce ingresó a Villa Hermosa, una antigua y elegante residencia con una imponente puerta.
Desde el momento en que entraron, los sirvientes corrían emocionados para dar la noticia.
—¡La señorita ha regresado!
Clara y Diego acababan de bajar del auto cuando el mayordomo Franco, se acercó con los sirvientes formados a ambos lados, inclinándose respetuosamente para saludar.
—¡Damos la bienvenida a la señorita!
—¡Que la señorita tenga salud!
Clara se cubrió la frente: —¡Aún disfruto de la eterna bendición!
—¡Clara, finalmente has regresado! ¡Hemos extrañado tanto a nuestra señorita!
Clara buscó la voz y vio a Leticia, acercándose rápidamente hacia ella junto con otra mujer de cabello corto que llevaba una camisa de satén de color morado con un lazo de mariposa en el cuello y pantalones de pierna ancha, una mujer alta y elegante que parecía una supermodelo.
Era la última y más joven esposa de Julio, María.
—Leticia, María—Clara sonrió abiertamente y se acercó a ellas cariñosamente.