Alejandro abrió sus ojos ligeramente, una sensación embriagadora y electrizante recorrió todo su cuerpo.
Su mano cálida se ajustó en la nuca de ella, presionando suavemente, y profundizando el beso de manera incontrolable.
El vendedor ambulante se dio la vuelta para recoger los platos y cuencos,
y este dulce beso hizo que el corazón de Pol doliera mucho.
Héctor, por supuesto, también lo vio y suspiró con frustración.
Pero en este mundo, aunque todo se podía obtener todo con esfuerzo y estrategia, las excepciones son los sentimientos.
Pol había dado todo por esa mujer, había hecho todo lo posible y hasta lo imposible, pero Clara aún se lanzaba sin reservas a los brazos de Alejandro.
Clara se apartó lentamente de los labios ardientes del hombre, sus ojos mostraban un ligero rubor y su voz revelaba un toque de sollozo. —Alejandro, has sufrido mucho. Afortunadamente, todo ha pasado. Buenas épocas nos esperan en el futuro.
—Contigo a mi lado, cada día me siento el hombre más afortunado del