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Minutos después nos encaminamos hacia el lugar del festín, la celebración de nuestra boda; hay un inmenso banquete, bebidas y música bailable.
—Esposo mío —susurro cerca de su oído—, hoy me has hecho la mujer más feliz del mundo.
—Esposa mía, usted me hace el hombre más feliz y también de saber que oficialmente eres mía y solamente mía.
—Amor, pero si desde el momento que nos vimos yo sabía que tú eras la persona de mis anhelos y mis ilusiones—suspiro—. Ya no eres una tentación para mí, sino para el mundo entero, desde este momento me perteneces y eres más que mío, únicamente mío.<