Narra David De María
–Fue lo que yo le dije justamente, madre – Intervine yo – Voy por hielo para ponerle en los oídos a Alondra.
–Quédate con ella, yo se los traigo.
–Gracias madre.
Me senté con mi novia en la sala, la abracé y la llené de besos. Cuando mi madre me llevó el hielo y se lo puse en ambos lóbulos ella comenzó a sentir alivio, lo noté por la forma en que comenzó a cerrar sus ojos.
–Mi princesa, ¿Tienes sueñito?, ¿Quieres que vayamos a descansar un rato?
–Si mi amor, por favor – Respondió ella tiernamente.
La tomé en mis brazos y la llevé a nuestra recámara, la recosté en la cama y le seguí poniendo hielo, hasta que se quedó plácidamente dormida. Le quité los zapatos y después bajé a hablar con mi madre y a hacer un poco de mi tarea del lunes, más tarde ayudaría a Alondra con la de ella, pensé.
–Madre, Alondra se ha quedado dormida y quiero hablar de algo contigo – Dije a mi madre pidiendo un poco de su atención – No quiero volver a Morelia el lunes y que la madre de Alond