Narra Alondra Ferreyra
David y yo morimos de risa cuando Carmen, se manifestó diciéndonos que debíamos de salir a cenar, estábamos tan metidos en el beso que ignoramos ambos por completo que ella ahí estaba, es que nos consumíamos el uno al otro, olvidando por completo de todo a nuestro alrededor, pues solo teníamos ojos para nosotros mismos.
–Lo siento Carmen, por este comportamiento – Me disculpé con ella – También pienso que debemos de salir a cenar.
Pensé que un poco de distracción nos iba a servir a los dos, casi no podíamos estar solos, no pasaba un segundo en que no estuviéramos besándonos o acariciándonos.
–Madre, lo lamento yo también. Cuando estoy con Alondra pierdo la noción de todo – Se justificó David – Vamos a cenar a donde quieran.
–No pasa nada chicos. Ya que volvamos de cenar retoman sus tareas y lo que sea que estaban haciendo.
Mi cara comenzó a ponerse caliente de la vergüenza, de seguro estaba sonrojada hasta las orejas, que de por sí estaban rojas por las perforac