Nina
Mi mano temblaba cuando me separé de Enzo, observando cómo un montón de emociones cruzaban su rostro. Todavía estaba conmocionada; se estremeció por mi tacto.
Pero, ¿por qué? Nunca le he puesto un dedo encima. Y sin embargo, allí estaba él, el hombre que era lo bastante fuerte como para luchar