Nina
“Tres... Dos... ¡Uno!”.
A la cuenta de uno, Matt y yo abrimos de un tirón las puertas del armario de suministros. El salvaje saltó, pero Enzo estaba listo en su forma de lobo y lo derribó al suelo. En un instante, Tiffany corrió hacia el salvaje y le clavó la aguja en el cuello.
El salvaje c