“¿Qué es eso?”, pregunté, señalando la bufanda roja que sujetaba con fuerza en la mano.
Se detuvo un momento, respiró hondo y apretó aún más el pañuelo. Era un delicado pañuelo para mujer, no para hombre. Tenía pequeños dibujos cosidos.
“Eh, no es nada”, dijo, metiéndosela en el bolsillo de la cha