“No, en realidad”, dijo en voz baja. “No estamos bien”.
“¿Qué ocurre?”, pregunté en tono preocupado, ladeando la cabeza.
“El dueño del equipo -mi padre, en realidad- nos ha cortado la financiación a lo grande. Llevamos semanas comiendo fatal y nos obliga a entrenar más duro que nunca. Estamos agot