Leia había intentado volver a su clase, pero recordó la forma poco educada con la que había salido y prefirió no hacerlo, se quedó recargada en la pared del pasillo, a varios metros de la puerta mientras la clase terminaba para poder recoger sus cosas.
—¿Leia? — se sobresaltó al reconocer la voz del pelinegro casi a su lado.
—J…James — lo nombró y por unos segundos perdió el aliento.
—Creí que mentías — confesó el rubio y se recargó en la pared a su lado.
—¿De qué hablas? — preguntó nerviosa y fingió no tener idea.
—De ustedes… ese tipo no es de fiar — habló calmado soportando la molestia que sentía al compartirla.
Leia mordió su labio y medit&oacut