[CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO]

Me encontraba sentada en un banco frente al lago que había en el parque. Después de salir del bufete de los hermanos, fui a ver a Maya para contarla todo lo que había pasado. Me disculpé por tener que hacerla regresar al trabajo así sin más.

—No tienes que disculparte, en serio. —me había dicho—Ayer durante la celebración me di cuenta de lo mucho que añoraba regresar y volver a trabajar para Daniel, pero no quería decírtelo. Solo quiero volver a recordarte lo mucho que significa para mí que soportado todas mis cargas por mí. No sé qué habría pasado si no me hubieras ayudado.

Me sentí aliviada y nos dimos un largo abrazo.

—Daniel, —suspiré—me duele ya no tener que trabajar para él y verle todos los días.

—Pero ¿qué dices? No ti
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