[CAPÍTULO CUARENTA Y DOS]

Eran las ocho de la noche y me encontraba en la cocina comiendo sopa de fideos mientras pensaba en lo que había pasado en el bufete aquella tarde. Nicolás se había marchado y no había vuelto a saber de él, no podía permitirme tenerlo así de lejos a estas alturas, por lo tanto, me armé de valor y le marqué después de darle vueltas a una excusa por mi llamada.

Llevé el móvil al oído mientras me mordía las uñas por los nervios. No contestaba a mi llamada y me preocupé pensando en que no quería hablarme, que quizás estuviera harto de mí. Saltó el contestador y me atreví a dejarle un mensaje de voz.

—Hola Nico. Espero no molestarte, pero me preguntaba si no te importaría pasar por mi casa…no me siento muy bien y no quiero molestarle a Maya. Pero si no puedes, tampoco im
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