XIX. Es momento de elegir el bando
Punto de vista de Edward Harris
No sé ni como llegamos a la casa, solo sé que tuve que pasar por varias rondas para complacer a mi esposa.
En realidad, no me quejo para nada, solo que por un momento pensé que ya no tendría más nada de soltar, si volvíamos a hacer el amor.
Al final cayó exhausta y me las arreglé, con las piernas temblorosas, para manejar suavemente en la madrugada hasta la casa, llevarla a nuestra habitación y limpiar lo mejor que pude, los restos de sangre y otros fluidos, entre sus piernas.
Aunque estoy seguro de que con el desastre que hice, tendrá que darse un buen baño a fondo, como el que me estoy dando yo ahora.
Salgo de la ducha con una toalla puesta en mis caderas y camino hasta el borde de la cama donde está durmiendo, con cara de satisfacción.
Acaricio su rostro con suavidad, beso su frente y la luz de la luna que se cuela por el amplio ventanal, me muestra lo bella que es Anastasia, la más hermosa e inalcanzable para mí.
Siento como mi teléfono está v