Mundo ficciónIniciar sesiónAnnie, una joven atrapada en el mundo de la administración, se siente infeliz al tener que sumergirse en los negocios como la siguiente en la línea de mando. Sus tíos, siempre controladores, nunca han comprendido ni aceptado su talento innato para el arte, desestimando sus sueños como una pérdida de tiempo. Su pasión por el arte se desvanece entre los números, volviéndose una inclinación lejana y descolorida. Cansada de esta opresión, Annie escapa lejos de sus tíos en busca de un único objetivo: ser reconocida como artista. En su camino, se encuentra con Said Arafat, un arquitecto que la ayuda a construir una vida llena de giros inesperados. ¿Podrán Annie y Said trazar un destino juntos, a pesar de los secretos y mentiras que ambos guardan?
Leer másLa cena en casa de los Mckellen fue de maravilla. Me hicieron sentir parte de la familia apenas crucé la enorme puerta de la mansión. Se mostraron muy cordiales y cariñosos conmigo, sobre todo la madre de Jackson que no dejaba de sacarme conversación. La velada transcurrió entre anécdotas de las familia, se podía notar lo unidos que eran todos. Luego, Jackson me mostró su hogar, en cada rincón veía una fotografía de él y su hermano Noah. El pequeño de los Mckellen me pareció de lo más tierno y adorable. —Bueno, esta es mi habitación —gira la perilla dejándome ver un dormitorio muy masculino. Hay muebles color negro, una enorme cama ocupa el centro del espacioso lugar. Estanterías llenas de libros, escritorio, armario y una repisa dónde se pude apreciar las medallas y fotos del pelinegro. —Es muy bonita —digo dándome la vuelta para mirarlo. Sonríe amable. —Gracias —revuelve su cabello desordenándolo—. ¿Quieres ver una película? Alzo las cejas sorprendida. —Claro. P-pero, ¿T
La sola idea de conocer a su familia me daba un poco de miedo quizás porque imaginaba y no iba agradarle o no sería la clase de novia que Jackson solía tener. Sin embargo, me obligue apartar aquellos pensamientos de mi mente y otro Lidia me agradó.—Me parece perfecto, me gustaría volver a ver a tu madre y conocer a tu padre —digo acomodando las gafas sobre el puente de mi nariz.—Sí, ellos están ansiosos de que vayas a cenar con nosotros un día de estos —de mis labios surca una sonrisa genuina—. ¿Es que es muy pronto que te lleve a casa de mis padres?—¿Por qué lo preguntas? —inquiero.Se encoge de hombros.—No lo sé, quizás porque todavía no hemos formalizado lo que tenemos y además no quiero apresurar las cosas y hacer que te sientes incómoda. Mi padres suelen ser un poco intensos cuando se trata de sus hijos y aunque no eres la primera chica a la que llego a casa, no no pasarán por alto que eres distinta a muchas de las que han ido. ¿
Abro el mensaje que acabo de recibir y se trata de papá. Avisa que ya ha llegado a casa. Le respondo que voy en camino para allá.Luego de salir al estacionamiento, subimos al auto y nos marchando del lugar. En todo el transcurso a casa, hablamos de cosas triviales y de vez en cuando compartimos una mirada cómplice. Es una de esa dónde no es necesario hablar para saber lo que el otro piensa. Una conexión que ambos sentimos y no parece incomodarnos a ninguno de los dos. —Nuevamente te agradezco por esta noche, la pasé increíble —digo sincera.—Debemos repetirlo, ¿No lo crees? Alzo una ceja sin entender.—E-eh...—Ava, yo debo confesarte algo —me interrumpe—. Quizás sea muy pronto para ti, pero estoy seguro de lo que siento. Me gustas.Ahogo un jadeo de sorpresa, mis mejillas se han tirando rojas al instante. Miro haci todos lados menos a su rostro, me cuesta creer que esto esté sucediendo.Abro la boca para emi
Al bajar del yate me topo con un hermoso panorama. Jamás en mi vida había apreciado el mar de noche, iluminado solo por la luz de la luna y las estrellas que parpadean en lo más alto. El sonido de las suaves olas junto a aquella melodía que se escucha, es una combinación perfecta. Al fondo de lugar se encuentra ubicada una especie de tarima improvisada, donde yace la pantalla que aún no está encendida. Estar aquí es como sentirse parte de aquellas películas musicales, me recuerda a Teen Beach Movie. Lo único que falta es que aparezcan personajes vistiendo de los años sesenta y bailando canciones clásicas. Suelto una risita divertida.—¿De qué te ríes? —aplano los labios olvidándome por completo de que Jackson estaba a mi lado.—Nada —murmuro caminando hacia las mantas que están encima de la arena.—¿Nada? —repite curioso—. Las personas no sé ríen así como así, hay una razón. Chasqueo la lengua.—Vale, está bien. Al ver todo es
Es hora de pasar la página y seguir adelante. Pero, ¿Valdrá la pena arriesgarse?—Te luce muy bien ese color —su voz me saca de mis pensamientos.Bajo la mirada al vestido que llevo puesto, e instintivamente acaricio la tela con mis dedos. —G-gracias —titubeo nerviosa—. Tu también te ves bien.Sonríe.—Gracias. Pero, no tienes que darme un cumplido, eso ya lo sé.Agacho la cabeza hacia mi regazo un tanto incómodo, sin embargo, de repente lo escucho soltar una estruendosa carcajada que invade el auto. Volteo a mirarlo confundida.—Tenías que ver tu cara, fue... —continúa riendo hasta que finalmente sus carcajadas cesan—. Es una broma, en serio. Solo quiero que te relajes Ava, te siento tensa y nerviosa cuando me tienes cerca. ¿Acaso te doy miedo? Chasqueo la lengua.—No, no es eso. Sabes que me cuesta ser expresiva, hay cosas que no puedes cambiar de la noche a la mañana —frunce el ceño, por lo que vue
El timbre resuena en el aula, todos se levantan de prisa y salen del salón apresurados. Yo en cambio, espero a que se vayan la mayoría y me acerco a la profesora dispuesta a entregarle el informe que como siempre, suelo adelantar par salir de ello.—¿Ya lo terminaste? —asiento con la cabeza.—Mckellen no podrá asistir hoy a su clase, me dijo que le avisara a usted para que estuviera al tanto —informo entregándole la carpeta azul de Jackson.—Oh, entiendo, gracias Ava.Sonrío y me despido de ella.Estando en los pasillos, diviso a Sam guardados sus cosas en el casillero, así que me encamino hacia donde está. —Hola —voltea a mi dirección y sonríe.—¡Ava! —me envuelve en un abrazo.—¿Por qué no habías asistido a clases? Pregunto al separarme de ella.—Oh, si supieras —arrugo el entrecejo—. Tuve que quedarme a cuidar a mis hermanos, y le pedí permiso al director. Aceptó porque prometí hacerle el
Último capítulo