—Quiero conquistar a Mendo.
—¡Ten algo de vergüenza! Ya está casado, —reprochó Luis.
—No me importa.
Ariel estaba a punto de hacer estallar la paciencia de Luis, apretando los puños con frustración.
—¿Te vas o no?
—¡No me voy!
—¿Estás loca o qué?
—¡Sí, estoy loca! —Ariel no sabía qué era la vergüenz