La simple palabra «sí» de Lisandro se clavó en el corazón de Ximena como un cuchillo afilado. Con una mirada cargada de decepción, Ximena lo empujó fuera de la habitación y cerró la puerta de un golpe.
—¡Fuera, fuera! ¡Lárgate de aquí! —gritó.
Desde fuera, Lisandro echó un vistazo a la gente reunida