Sofía en realidad tampoco creía en el amor ni en el matrimonio, pero cada vez que veía a Lisandro y Ximena, volvía a creer y sentía envidia. Ella y Mariana continuaron discutiendo acaloradamente, cada una aferrada a su punto de vista.
Ximena, concentrada en el tráfico, presionó el claxon, frustrada.