Escuchando la risa triunfante y loca de Elena, Octavio cerró los ojos, suspiró profundamente, su voz era débil, sin fuerza.
—Vete, —murmuró apenas.
Elena, finalmente percibiendo que algo andaba mal con Octavio, preguntó ansiosamente:
—Octavio, ¿qué te pasa? ¿Estás herido?
Octavio, al sentir la preoc