Justo cuando José estaba por abrir la puerta de su coche para marcharse, Ximena volvió a hablar.
—Señor Rodríguez, parece que tiene prisa, ¿hay algo urgente?
Ximena, con una sonrisa en los ojos bajo la luz de la luna, parecía un manantial claro y brillante. Sabía que Sofía y Mariana probablemente es