Aunque Ximena estaba exhausta, no podía conciliar el sueño. Se sentía mareada y pesada, así que decidió darse una ducha para despertarse. Se vistió y estaba a punto de bajar las escaleras cuando Lisandro la abrazó por la cintura desde atrás.
—¿Por qué te levantas tan temprano? —preguntó él.
—Quería