Todos no lo veían de esa manera. Pero Mateo ahora era demasiado sensible, hasta una mirada errónea podía interpretarse en exceso. Como una telaraña desgastada por la tormenta, incluso una brisa ligera podría hacerla romperse completamente de la rama.
Ximena se acercó con cuidado, agachándose.
—Mateo