Capítulo 0559
—Qué infantil, ya no juego con estas pistolas de juguete o coches a control remoto.

Ximena observó a Mateo, quien parecía un pequeño erizo, erizando sus espinas y encerrándose en una coraza impenetrable, rechazando la cercanía de todos. Su corazón se llenaba de un dolor inmenso.

—¡Mateo, la felicida
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