Ximena bajó del auto, y al verla, la cara de Fernando se iluminó con una sonrisa forzada.
Se acercó a ella, pero ella retrocedió al detectar el fuerte olor a alcohol que emanaba de él.
—¿Cuánto has bebido, otra vez?
—Un poquito, ¡sólo un poquito! —insistió Fernando.
Si bien solía ser una persona con