Felicia quería quedarse una noche con su tío, pero Ximena, preocupada, convenció a Felicia para que regresara a casa con ella.
En la mesa aún había platillos preparados y frutas que Sofía había comprado.
La joven ni siquiera sabía que las frutas se debían refrigerar.
El olor de los alimentos descompuestos llenaba la casa.
Ximena pidió a Felicia que abriera las ventanas, y siguieron ordenando hasta pasadas las once de la noche, cuando finalmente se sentaron a descansar.
Ella tomó su celular,