Lisandro cayó en la cama con Ximena en sus brazos.
...
Justo en el último momento, Ximena, jadeante, no paraba de repetir: —No puede ser, no puede ser, no puede ser...
Repetía esas palabras constantemente, sus ojos llenos de un miedo intenso.
Lisandro se detuvo en seco, con la voz rasposa preguntó: —¿Qué te pasa, Ximena?
Ella no le respondió, pero siguió murmurando: —No puede ser.
Conteniendo su emoción y deseo, Lisandro se giró y se recostó en la cama: —Lo siento, me he dejado llevar.
Xi