La mujer que me mira desde la pantalla de mi teléfono, parece sorprendida por mi llamada. Sin embargo me concede una sonrisa amplia y dice:
—Hola, Camila ¿cómo has estado?
—Muy bien, la verdad. Espero no importunar pero quería comentarte algo y creo que es mejor de esta forma que por mensajes.
Después de aquella amena conversación en la piscina del hotel en Francia, Sabrina empezó a seguirme en las redes sociales y, obviamente, yo la seguí también. Desde entonces hemos intercambiado mensajes en un par de ocasiones, nada serio. Hasta ahora.
—No, no eres inoportuna y mucho menos si es algo importarte. Así que dime.
—Bueno, verás, estoy interesada en tu programa de entendimiento. Tengo un dinero reunido y quiero invertirlo— Le adelanto.
He revisado su página web oficial y he visto que promueve un programa de emprendimiento. Consiste