Despierto antes que ella, me doy una ducha rápida y me visto para ir a la oficina, allí, además de mi trabajo diario, acumulo las pruebas en su contra y armo el caso con el que quiero denunciarla a la policía.
Salgo del baño y cuando entro a la habitación no la veo por ningún lado. Salgo hasta la sala y la oigo en la cocina. Me asomo, está cocinando y preparando café. Me sonríe cuando me ve.
—Buenos días, te preparé desayuno.
«Maldita sea, se cree ama de casa, yo ya me cansé del papel de pareja perfecta y hombre enamorado».
—Acostumbro comer en el trabajo, tenemos un cafetín con delicias.
—¡oh! Pensé que…
—Descuida, regresa a dormir.
—No, haré algo, limpiar.
Bufo.
—Ve a dormir.
Salgo de la casa y no me molesto en verla dos veces, me reprendo porque la noche anterior lo hice con ella dos veces, me había prometido no tocarla más cuando llegáramos a Alemania, porque lo disfruto, y ella también y no quiero que ella disfrute nada, y no quiero que tengamos esa relación ya. Nunca debí tocarla