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Habían pasado casi tres meses desde el rapto de Azura Miller, todos habían vuelto a sus rutinas habituales y a la normalidad.
Michael llevaba el mismo tiempo encerrado en casa, bebiendo, martirizándose, su papá continuaba cerrándole las puertas y después de lo sucedido con Azura tenía muy claro que pedirle ayuda a Richard Miller o a cualquier otra persona no era una buena idea.
Al mismo tiempo recordaba las palabras de Igor al referirse a Alexei.
Se sentía perdido, no sabía cómo continuar sin Sofía y tampoco aceptaba haberla perdido.
¡TOC, TOC!
Llamaron a la puerta, una, dos, tres veces hasta que respondió.
-Adelante...
-Buenos días mi amo...
¡Michael!
Eliss entró y corrió hacia él aterrorizada por el estado en el que se encontraba, lo vio sentado en el sofá con la barba sin rasurar, la camisa desabotonada, una botella de vodka en el suelo, despeinado, ojeroso.
-¿Qué pasa madre?
-¡¿Cómo que qué pasa?!
¡¿Acaso no te has visto?!
Luces terrible, mírate, tu rostro, tu barba, tu cabe