REGINA
Mi padre y sus hombres lograron rescatarme antes de que Dante pudiera secuestrarme de nuevo. Pensar en que estuve tan cerca de que me alejaran del hombre que amo y del hombre que es el padre de mi hijo, me revuelve el estómago.
Mis heridas no son nada en comparación de lo que ha sufrido él. Las manos me tiemblan y mi padre me rodea con su brazo.
—Estará bien, princesa —me da un beso en la coronilla—. Esto no derriba a un Novikov.
Quiero creerle, no obstante, no lo hago, porque muy en el fondo, sé que puede que no tenga razón, y eso es lo que más me altera, yo vi la herida, y el que ya estuviera respirando cuando se lo llevaron al hospital, me dio mala espina, ¿qué pasa si nunca se recupera de esto y muere?
Mi corazón se acelera con esos pensamientos y me pongo de pie.
—Necesito ir al baño —susurro.
Mi padre asiente y ordena a dos de sus hombres a que me acompañen, no pongo objeción alguna. Entrando, noto que tengo la ropa manchada de sangre, de sangre de Ronan, ya q