Traicionado
Ilya se ajustó la chaqueta táctica con una precisión que no necesitaba mirar, como si la acción fuera instintiva, tallada en su cuerpo por años de entrenamiento y misiones. La tela negra, reforzada y resistente, abrazaba su figura mientras los detalles en su equipo mostraban una preparación meticulosa. Las botas, gruesas y resistentes, resonaron en el suelo con cada paso firme que daba mientras salía de la habitación. El cinturón de armas, con cuchillos y pistolas, colgaba con la naturalidad de alguien que había llevado ese peso muchas veces, pero cuyos ojos, fríos y decididos, no mostraban ni un ápice de la angustia que se arrastraba en su interior.
Necesitaba sus armas y pociones. Si iba a enfrentar a lobos agresivos y dispuestos a jugar sucio como para emboscarlo, atacar el mercado negro y atacar a su compañera en su hogar, donde se suponía