Elizabeth.-
No dejaba de mirar mi reloj, estaba furiosa era la primera cita del control de mi embarazo y Bastián se atrevía a llegar tarde.
— Diosa –Joel coloca su mano sobre mi rodilla que se movía frenéticamente dejando todo el peso de mi molestia en ella –. Seguro algo se presentó, debe estar enfrentándose con los dueños de las marcas que deben estar furiosos por tu embarazo.
— Tengo derecho a formar mi familia ¿o no? – lo miré casi fulminándolo –. Además, Bastián debería establecer a priori… – me quedo en silencio cuando la puerta se abre, mi marido entrando con el ojo morado y la comisura de su labio partido, caminaba con dificultad con la mano puesta en su costado izquierdo – ¡¿Qué diablos fue lo que te pasó?! – me levanté de mi silla rápidamente corriendo a su lado.
— Estoy bien, mi reina.
— ¿Cómo me dices que estás bien? Estás todo golpeado.
— Tuve una pelea con… –se queda en silencio observando a Joel –. Tu hermano, Bella lo sabe todo – mi amigo y yo cruzamos miradas conf