Elizabeth. -
Siento la lengua de Zeus lamiendo mi rostro, con desgano abro los ojos acariciándolo y cuando caigo donde me encuentro abro los ojos, observo las sábanas de seda negra y saltó de la cama.
— ¡Dormí en la habitación de Bastián! –Zeus me mira con su cabecita inclinada, tal vez no me crean y puede que esté loca, pero vi en su mirada algo de diversión por la situación. Escuché el agua de la regadera, así que decidí aprovechar para salir de la habitación, mi imagen al despertar suele espantar y ser un desastre y primero muerta a que Bastián me vea de esa manera, bueno… por lo menos no por ahora.
Tomo a Zeus y salgo de la habitación, necesito alistarme para ir al centro, tengo que organizar las cuentas y darle la bienvenida a la pequeña que llegó el día de ayer, por lo que me dijo la superiora su estado es algo grave, estoy embobada, creo que hasta me estoy enamorando por lo que estoy viviendo con el Papurri de mi marido, pero primero está mi trabajo.
Me coloco un pantalón de