Llegué a la casa tan cansada, no podía más con el horrible dolor de espalda que tengo. Verga me duele como si me hubiera pasado el metro por encima.
-¿Mami, ya te tomaste algo para el dolor de espalda?
-Mamá, me tomé como dos pastillas ya.
-Vas a tener que ir a médico.
-Creo que mañana voy a pedir el día.
Me acosté en la cama cómo pude y dolió más de lo que pensé. Que horrible es la vejez.
-Acabada a los treinta y cuatro. ¿Qué trabajo le dejaras a la edad cuando llegues a los sesenta?
-Cállate, pajua. No sabes lo horrible que es esto. Cuando llegues a mi edad sabrás lo feo que se siente y no te estarás riendo como lo esas haciendo ahora carajita.
-No me estoy riendo. Es una pregunta sería.
Le saqué el dedo del medio y como pude agarre el teléfono para escribirle al señor Gao que mañana no iré a trabajo. Mierda ya mañana es jueves, ya se hará el viernes para que vengan los enanos esos.
“Buenas noches, señor Gao. No podré ir al trabajo mañana iré a una cita médica a verme el d