— Matt — digo una vez que tenemos todo preparado, mi hijo me mira con resolución — cuida a tus hermanos. Si no vuelvo...ya sabes que hacer.
— Van a volver — me asegura él asintiendo.
Luego de ver el dedo de mi esposa, Los quintillizos y yo explotamos en ira, dispuestos a enfrentar a Nikolay de inmediato.
— Calma chicos — se quejó Alena — tenemos todo listo, ¿alguno no ha matado?
— Yo — digo, pero sintiendo una ira implacable — y estoy dispuesto a hacerlo por ella.
Así que aquí estábamos. Armados hasta los dientes y a punto de ir por mi mujer.
— Esto me trae recuerdos — murmura Alena cuando nos subimos al Hummer — de tu boda.
El camino a la mansión de Nikolay es intrincado y peligroso, pero Alena y yo vamos con la excusa de acudir a él por ayuda.
Una vez dentro, mi hermano nos recibe