Una rival de cuidados

Al día siguiente, cuando Sara bajó al comedor, encontró a Catherine ya ocupando su usual espacio.

Ella viendo que esta mujer silenciosamente ya había preparado una magistral manera de hacerle la vida imposible, se sentó lejos del asiento que siempre solía ocupar al lado de Magnus, pero cuál fuera la sorpresa, Magnus se acercó a ella y se sentó a su lado en un nuevo espacio.

Catherine una vez más quedó como la tonta de la historia. Quedó mirando a la pareja, mientras que Magnus llevara trozos de alimento a la boca de Sara.

Sara comió y bebió en todo momento sin preocuparse por banalidades. Catherine siempre pellizcaba los alimentos y se levantaba de la mesa sin casi nada en el estómago.

Catherine pudo notar estas discrepancias en Sara, por lo que creyendo atacarla dijo lo siguiente:

—Pronto vas a perder la bella figura que ostentas, así con la cantidad de comida que tragas, por no decir que comes, podrías alimentar a un batallón —dijo Catherine.

—¡Catherine! —la llamó Magnus por el no
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